Crash: un instante mágico

1

Me encanta el cine. Todo el que me conoce bien lo sabe y sabe lo mucho que puedo llegar a gozar de películas de todo tipo de género. Pocas cosas hay que me hagan disfrutar tanto como el momento en que empiezan los títulos de crédito y la música que anuncia una nueva historia. Una de las películas que más me ha llegado en los diez últimos años y que redescubro cada poco tiempo cuando vuelvo a ver es “Crash”, dirigida por Paul Haggis, el guionista de “Million Dollar Baby” y que, con un reparto coral certero y absolutamente creíble, consiguió obtener tres Oscars, incluyendo el de mejor película en 2005.

Crash no sólo habla de racismo, que es lo que la mayoría de los críticos comentan, habla del lado oscuro que todos podemos llegar a tener y que convive con un lado bondadoso que forma la otra cara de la moneda. Un policía que es capaz de ser despreciable pero que se juega la vida por salvar a alguien cuando está en peligro; un delincuente que es incapaz al final de hacer negocio con otros seres humanos o una mujer que, a pesar del poder y la posición, solo encuentra amistad incondicional en la asistenta que limpia su casa. Crash cuenta lo cotidiano y lo extraordinario con una elegancia y simpleza maravillosas.

Pocas veces he visto en una sola película tantas escenas impecables por su interpretación, por los momentos tan sorprendentes que transmite y por encerrar tantas emociones encontradas a la vez. La capacidad de transmitir de sus actores es excepcional y a mí, que soy una enamorada de la comunicación, me parece mágico tener la capacidad de llegar así a través de una pantalla, de forma tan natural, tan emocionante, tan auténtica.

De vez en cuando, escribiré sobre escenas de algunas películas (y seguro comentaré algún otro momento de ésta); hoy, os dejo la primera que desmenuza a través de la cámara lenta un momento de mucha tensión y angustia y que recuerda a otra escena emblemática que muestra también a un padre ante su hija muerta que interpretó Al Pacino en “El Padrino III”.

2

Observad bien las dos escenas y encontraréis un paralelismo: la boca abierta mantenida en la escena, la fuerza del dolor, de la angustia, la tensión de los músculos faciales, observad la desesperación, la pena, el miedo más absoluto a perder lo que más se quiere . Y en medio de todo, mirad el contraste de la inocencia y la fuerza de una niña pequeña que está convencida de que ha salvado a su padre con una capa invisible o de una casi adolescente María Corleone que no consigue comprender del todo que ese es su último aliento.

Os dejo con estas dos escenas maravillosas, intensas y redondas que cada vez que veo me recuerdan lo grande que es el cine.

Crash: The Magic Coat

El Padrino III: escena final

Y hasta aquí el post de esta semana, nos leemos la semana que viene.

Natalia Gironella

Síguenos en Twitter: @elcuerponomient

Deja un comentario