¡¡¡¿Por qué no te callas?!!!

ShutUp

¿Cuántas veces hemos asistido a un discurso, a una charla, a una reunión y nuestra cabeza estaba deseando gritar esa frase que fue tan famosa en su día?

La capacidad de ser sintético es un bien muy apreciado por prácticamente todos los receptores de mensajes pero, lamentablemente, muy escaso entre los emisores. Una comunicación puede pasar de ser mediocre a brillante solo por pasar de ser larga a concisa.

Un ejemplo clarísimo ha sido la entrega de los premios Goya que acabamos de ver y en los que ha habido de todo: discursos largos, discursos balbuceantes, discursos brillantes, discursos sintéticos y discursos patéticos.

En una gala donde se intercalan sesiones del Club de la Comedia (francamente bien llevadas por un Dani Rovira inmenso, simpático, natural y cercano) y algún que otro sketch que aligera el acto, es imposible captar la atención de principio a fin si te marcas un discurso de 11 minutos, como el de el Presidente de la Academia, D. Enrique González Macho. I-M-P-O-S-I-B-L-E. Aquí podéis echarle un vistazo (porque no creo que podáis atender en profundidad).

http://www.rtve.es/noticias/20150207/gonzalez-macho-gala-goya-2015-ya-va-siendo-hora-bajen-maldito-iva/1094660.shtml

Algunos agradecimientos eran soporíferos por eternos y otros impecables por su sencillez, simpleza y concisión. Qué gran diferencia entre unos y otros.

George Miller, eminente figura de psicología explicó que los humanos podemos ser considerados como un tipo de informávoros, es decir, como unos seres que, al igual que los ordenadores, consumimos y procesamos información.

Miller se refería a los resultados de múltiples experimentos previos en el campo de la memoria y la percepción humanas en los que se había detectado una limitación en la capacidad de procesamiento cognitivo. En estos experimentos observó una intrigante regularidad con respecto al número de elementos que un participante tenía que reconocer, categorizar o memorizar.

En la mayoría de los trabajos, los índices óptimos de ejecución, es decir, la capacidad de almacenar o gestionar de nuestro cerebro, se encontraba con un máximo de entre 5 y 9 elementos (7 +/- 2 ideas, conceptos, bloques de información). Más allá de ahí, el sistema parecía “sobrecargarse”. En definitiva, podemos retener pocas ideas y eso incluye el número de palabras que debe tener una frase (que no debería pasar de 20 o 25) y el número de mensajes que debe tener una presentación o un discurso (que cuantos menos haya, mejor)

Suele ocurrir que cuando el personal tiene poco tiempo, como en el caso del minuto establecido para los agradecimientos de los premiados en los Goya , éste se dedica a emitir el mismo número de ideas pero triplicando la velocidad. Resultado: todavía peor. ¿ Tan difícil es ser conciso? Sí.

Dani Rovira realiza en la gala una magnífica parodia de ello que os dejo aquí:

Ser sintético no es hablar más rápido. Es hablar menos; emitir la “versión corta” de la película…y ¡¡¡Cómo se agradece!!!

Emitir un discurso de 8 minutos para agradecer un premio cuando llevas ya más de una hora de gala o escuchar a un Almodóvar decir cada cinco segundos “eeh”, en el discurso al Goya de Honor con una falta de soltura realmente llamativa se me asemeja más a un castigo que a una celebración. Porque, en ningún caso se piensa en el que está escuchando que siempre debería ser el foco de un buen comunicador: captar y mantener la atención de la audiencia. Bastante llamativo y paradójico también que, en la introducción de su discurso, Almodóvar explicara que le habían pedido que no hablara de él mismo y que no hiciera otra cosa que mencionarse a sí mismo para hablar de la trayectoria de Banderas. ¡Ayyy qué mala es la vanidad y cómo refleja la debilidad del ego!

Cervantes decía: “No hay razonamiento que, aunque sea bueno, siendo largo lo parezca”, y Shakespeare que la brevedad es el alma del ingenio. Qué grandes verdades de dos grandes de la escritura. Ser sintético implica siempre desechar lo irrelevante y ser consciente de que, en la mayoría de los casos, hay muchos más argumentos innecesarios para el que escucha de los que presuponemos, así que, ante la duda…por favor… ¿Por qué no te callas?

Un comentario

  1. Belen Kindelán · febrero 9, 2015

    Brillante…y has conseguido mantener mi atención hasta el final 😉

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